Una mujer joven sentada en un lugar. Escucha todo. Vigila a todos. A mí también.
Vía pública. Está mirando que saco de la cartera y que meto. Se hace la dormida pero me vigila. Pobre si lee lo que escribo. Soy paranoica y a la vez descuidada. Estoy llevando unas bolsas con verduras, se caen unos zapallitos al piso. Los levanto. Una puntada en el corazón me revela angustia. Hasta que me dicen que mi angustia tiene nombre y apellido. Lo creo y me curo.
La gente se comunica con la mirada, a veces son miradas vizcas, desviadas.
Mi alergia ya es cinematográfica, documentable.
Estoy enamorada.
Hay perdidas que son inmensas
y esa pérdida fué inmensa.-