Pensaba en la bronca, buscaba una respuesta, porqué nos sentiamos mal el uno con el otro sin saber?.
La veo molesta, pero no sé que le está molestando de mí, ni porqué no es sincera.
Hoy la esperé con la cena lista, una carne al horno con papas y batatas.
Nos sentamos a comer. Cuando probó la carne me dijo que estaba dura.
Esto venía de lejos, durante la semana yo había elegido esa carne en el mercado, ella no estuvo de acuerdo con el precio del corte y puso mala cara desde un principio.
LLevo un diario íntimo donde escribo lo que siento, lo que puedo, tratando de construír relatos. Pienso que quizás haya leído algo que escribí sobre ella, y no le gustó.
Estamos comiendo la carne y no puedo relajarme, mis vértebras van contrayéndose en mi contra. Me pongo duro.
No tengo ganas de preguntarle nada, ni como le fué con las cosas que tenía que hacer
hoy, además que ella no pregunta nada sobre mí, nada. Pero se me escapa, y pregunto al fin como le fué con unos malditos diseños que entregó para una tienda.
Contesta, dice que le fué bien, muy bien, y que si bien esta es una buena noticia tiene que entregar 17 modelos más antes de la semana que viene para unas empresarias que encargaron unos modelos muy ordinarios.
Esto significaba más dinero para nuestra casa pero menos tiempo para reencontrarnos. Lo pensamos los dos pero ninguno dijo nada. Yo tampoco tenía ganas de hacer un esfuerzo, estaba preocupado por mis cosas, sobre las que ella no pregunta.
El mal humor permanente de Alicia me ponía los pelos de punta de entrada.
Y me contractura al comer, al tomar, cuando voy al baño y después a acostarme junto a ella.
Ultimamente, a pesar de lo que siento, a Alicia la veo más bella. Recuperó una forma de seducir a la gente, su estética, siempre esta lista y linda para sus clientes.
Ahora estamos sentados uno junto al otro en el sofá, sin hablarnos.
Pienso en su belleza, en lo cálida que puede ser.
La incomodidad de la incomunicación entre nosotros me produce un calambre en las nalgas.
Por fín se levanta, la veo dejar de pensar en lo que estaba pensando.
Entra en la cocina con una energía extraña. La escucho lavar los platos haciendo muchos ruidos, golpeando unas cosas con otras.
Esto, verdaderamente, me enferma de Alicia, me saca de quicio.
Está demostrándome que está disgustada y quiere que me entere.
Ya estoy enterado! me gustaría gritarle...
Escucho las cosas en silencio, pero tira un florero que no se rompe, la caída del florero la asusta tanto que pega un grito muy fuerte.
Corro a abrazarla, se queda estática por los nervios. En mi abarzo empieza a sudar agua. Me pide que le traiga, por favor, una de las pastillas que tomo cuando me duele el cuello. Busco la pastilla corriendo, lleno un vaso con agua. Alicia traga la pastilla. Me mira a los ojos, fija, eterna por varios segundos.
Me ablanda tanto que le beso el cuello tanto hasta que logro que me abrace, siento sus rodillas flojas. Para de transpirar...
La miro y empieza a llorar, me promete que mañana estará antes de la hora de la cena.
Miro la cocina y la veo completamente limpia.
Relucía.