29.6.07

Estoy mirando a Alicia, admiro como siempre que me reciba tan perfectamente maquillada. Perfecta.
Está sentada en el sillón que era de su padre, mirando por la ventana.
Está muda desde hace rato.
Suspira cuando me vé.
Y habla.

"Estamos en otoño. Mi padre decía que el otoño era su estación del año preferida.
Por las hojas crujientes sobre el suelo, los colores, los árboles que pelados.
Desde que empezó el invierno me llené de malestares físicos.
Creo que estos malestares implican no sé que sentimiento en mi psiquis.
Este estímulo, pienso, puede ser al revés, cosa que aún no tengo resuelta.
Digo, al revés porque me parece que mi psiquis oculta algún proceso de angustia.
Estoy suponiendo que eso puede afectar mi cuerpo convirtiendolo en un mar de síntomas y dolores.
Para evadirme, tomé varias pastillas. Sobre todo ibuprofenos, porque ya no estoy tomando psicofármacos. No me los han recetado.
Pero dada la situación, si existe en mí una nueva y posible angustia, soy capaz de conseguir una receta. Cometería un delito en una farmacia.
Hoy por ejemplo me duele un ganglio que se me ha inflamado demasiado. El dolor se extiende hasta mi ojo derecho, una propagación de ese ganglio. No es anginas.
El dolor antes de llegar al ojo pasa por el oido, esto me vuelve ultra sensible.
No soy felíz.
Vivimos en una época llena de vacío. Y así es cuando llenamos ese vacío con síntomas.
Veo desde esta ventana la cara de las personas que andan en la calle.
Todos están cansados. Es deprimente mirarlos.
Algunos van alegres o excitados, pero son los menos.
Siento bronca y eso me da hambre.
Hay sopa? bueno, si hay sopa tomo sopa.
No hay un motivo real...no es por la sopa, pero no sé si voy a poder tomarla.
Toda la semana pasada un dolor, como una contractura en el cuello, algo que me oprime, vértebras que se contraen contra mí, no me ha dejado dormír.
Y hasta lloré por ese dolor. La contractura del cuello comenzó a bajar por mi espalda, y llegó hasta la cintura.
Tomar la sopa va a ser muy difícil, la verdad es que sigo con el dolor, y bajar la cabeza hasta la cuchara, peromanecer sentada, cada movimiento...
Nada me va a hacer bien.
Traeme igual la sopita, Elida, traela, veo como la tomo"

Elida le puso la sopa enfrente, sobre la mesa.
Yo la había mirado y escuchado tan atentamente.
Cuando Alicia me miró la besé en la boca y me fuí.

Aún amo a Alicia. La amo porque es misteriosa, y cuando habla, en ese momento, su cerebro la vuelve la mujer más poderosa. Ese poder llega a darme miedo.
Así fué cuando me fuí de nuestra casa.