Se va a llamar Natalicia, aunque yo no elija el nombre.
Cuando la vean anónima o escandalizada, soberbia con sus vestidos, sabré que es mía, que me pertenece. Cuando se sienta destruída, equivocada, rechazada, envuelta en miles de sintomas inexplicables, absurdos, como un latido en el oído, estará lista para la locura.
Entonces, siento, que no enloquecerá, se tirará sobre su cama durante horas.
Qué destino le espera a Natalicia?
Y que haría ella para cambiarlo?
Supongo que nada o todo, ni ella sabría como hacer las cosas, y si las hiciera es probable que al instante olvide como las ha hecho.
Sin embargo ya la quiero, la quiero por sus distracciones, no es pena, la quiero por sus pies pequeños, mareados, que no saben lo que pìsan, la quiero porque es callada, ausente, fría.
La quiero, en fín...