Unas mujeres fumadoras salen de una iglesia. Salen y fuman ni bien pisan la vereda.
Todas de cabello largo. Son mujeres provincianas que van hablando, mientras fuman.
Los que estamos cerca podemos escuchar lo que dicen.
Hablan y se reaniman con cualquier tema, psicoanálisis, trenes, iglesias y santos, calles y diagonales, ministerios, palacios legislativos.
No sienten pudor, ninguno de nosotros sería capaz de hablar así,
libremente.
Sentimos la obligación de hablar bajo.