28.4.08

Elsa Garavagno de Amione

Caliento el café por segunda vez en el horno microondas.
(ayer usé el término "máquina de sacar fotos" para sacar fotos)

El lavarropas de casa no funciona, la tapa no hace contacto, hay que tirarse encima de la tapa y apretar como un gorila para que conecte.

Pienso en mi abuela que está viva, mi abuela vieja. No quiero que muera.
Cuando la imito lo hago con cariño. En octubre, para su cumpleaños, estaba felíz porque su hija Marta, la hermana de mi madre, mi tía, le regaló un horno microondas.
Con 86 años aprendió a usarlo. Lo sé pero no lo ví. La imagino calentando leche y papas hervidas.
Mi abuela se llama Elsa. Tenía un perro que desapareció. Algunos dicen que lo mato porque no lo soportaba. El perro estaba más viejo que ella, avejentado.
Elsa se casó sin ganas, con Luis, mi abuelo. Se casaron porque era un trato de campesinos padres. No sé si llegó a amarlo, no creo, pero lo cuidó enfermo casi treinta años.
Odiaba cuidarlo, pero lo hizo mientras curaba el empacho, el ojeado, los nervios, las quemaduras. Como un don, también es excelente tejedora. Ahora desearía me teja un pullóver abrigado.
Elsa es alta y fuerte. Dicen que mi cuerpo se parece mucho a su cuerpo.
A Elsa le robaron plata, perdió un embarazo como a los treinta, y vió morir a una hija de 52 años.
Elsa sobrevivió. Y tiene horno microondas, y una amiga que se llama Albina, con la que juega a las cartas y duermen juntas cuando tienen miedo.
Miedo del pueblo, o de que mi hermana que ya escribió sobre esto, o Marta,o yo nos demos cuenta de todo.