Lo ví desmayándose como una planta embebida en agua.
Desmemoriado e insalubre...
La idea de que lo coman las moscas me aterrorizó. Entonces, así desvanecido, le hablé, y le pedí que no, que no permitiera que el sentido de la vida lo entierre entre gusanos y arañas venenosas.
No sé si me escuchó, no se que percibía de mi y de lo demás, los ruidos de la calle, las puertas que se cierran y abren, el ascensor en el hall.
Qué infelices nos puede hacer la pérdida de algo.
No, no me estaba escuchando, no percibía nada. La idea de muerte penetró en mi cara, mis manos, mis pelos, hasta mis piernas.
Entonces tuve que correr, correr para salvar lo único que tenía.
Lo único sano.
Sano?
Cuanto horror, porque dije eso?
sano. sanidad...
amor, desprecio, lujos, muertes, siempre muertes.